En su libro "Los Croatas en la Argentina", dice Lic. Carmen Verlichak:
"Durante los primeros años de residencia, muchos llegados al nuevo lugar vivieron planificando la vuelta a sus patrias. Por eso en muchos casos no compraron ni construyeron viviendas, así como tampoco invirtieron sus ahorros en negocios de los países que creían de permanencia temporaria.
Y aun cuando la realidad se les fue manifestando distinta, muchos quedaron en la permanente esperanza de que algún día regresarían. Y aunque a veces el tiempo y las circunstancias permitieron un regreso, nuevamente se doblaron entre ilusión y realidad. En ese entonces no se fueron, porque mientras imaginaban irse la realidad fue que ya tenían nuevas raíces, se habían casado con alguien del país temporario, habían tenido hijos y hasta llegaron los nietos, tan inconsultos como imprescindibles una vez llegados. En esto también los migrados habían vivido una dualidad que a veces ni fue percibida por ellos mismos, pero que les dejó un sentimiento de culpa por no haber realizado lo que siempre desearon: volver..."
Habían pasado treinta y tres años desde que Catalina dejó Europa. Salvo algunas cartas enviadas a través de la Cruz Roja, poco contacto había tenido con su familia de origen.
"En la casa de mi abuela - cuenta su sobrina Jerka - encontré una vez una carta de Katica. A posteriori siempre me lamente de no haberla tomado. Allí preguntaba si estaban vivos, y a su madre le dice que no vive con los Peric porque cuando llegó a la Argentina “el le hizo la vida imposible”, y también que conoció a un muchacho...-
Croacia había dejado de ser un estado independiente para integrar la Yugoslavia de Josip Tito en un proceso tan convulsionado y doloroso como su historia toda.
Cuando Catalina se jubila, su yerno y su hija le regalan el pasaje para que pueda cumplir el sueño varias veces postergado de volver a su tierra. Por esos años se escribe algunas cartas con su hermano Mate, que por entonces estaba con algunos problemas de salud. En las cartas, recuperadas por gentileza de su sobrino Pero, Cata balbucea en el idioma casi olvidado y la letra insegura de alguien a quien nunca le gustó escribir, las preguntas acumuladas durante años, adelantándose a la pronta visita. Sale del Aeropuerto Internacional de Ezeiza el 30 Junio de 1970, y según los sellos de su pasaporte, llegó a Split el 2 de Julio. Debe haber estado ansiosa, nerviosa, excitada, pero la foto tomada en el aeropuerto la muestra altiva y elegante, escondida como una diva del cine detrás de sus lentes oscuros. |
Pero finalmente, parece, le ganaron los nervios. El reencuentro debe haber sido emocionante, demasiado... Filomena, Nikica; Mate y Zorka, cuatro de sus seis hermanos están allí, con sus familias. Mate había tenido algunos problemas del corazón, y estaba tan ansioso con su regreso que su familia tuvo miedo que no soportara la felicidad del encuentro. Algunos sobrinos que conoció antes de partir ya son hombres y mujeres adultos. Y también hay algunas ausencias... Poco después de estar en Supetar, Catalina se enfermó. Estaba muy mal y los médicos creían que no iba a sobrevivir. Su sobrina Jerka, que entonces trabajaba en Split y conocía mucha gente importante, consiguió lugar para ella en el hospital donde Cata estuvo mas de un mes internada. Después de recuperarse Cata regreso a Brać y estuvo alojada en la casa de su hermano Nikica y su mujer, en Vrdolca, el barrio de Supetar donde estaba la antigua casa de los Papić. Decide volverse antes de lo previsto porque Chupi estaba embarazada y ella quería estar ahí para acompañarla. Y dice que esa no era la Yugoslavia que ella había dejado. Los maridos y las esposas salían cada uno por su lado, y la habían llevado a visitar una playa nudista!!!!! Sus sobrinas Jerka y Jozica acompañaron a Cata hasta Roma después de la visita, para que tomara el vuelo que la llevaría a Buenos Aires el 16 de Octubre de 1970. Allí Cata compró un rosario y un anillo de oro para que la madre de Jerka. Ahora es Jerka quien lleva ese anillo. Pronto estaba en Ushuaia nuevamente, en la nueva casa de la familia Castelli en la calle Gob. DeLoqui 636. Y el 18 de mayo de 1971, tres días después de su cumpleaños, nació su nieta... ese día entraba en el puerto de Ushuaia un buque, el "Cándido de la Sala", por lo que Luis tuvo la idea de ponerle a su hija el nombre de Cándida... pero Chupi se opuso, y la única hija mujer del matrimonio se llamó María de los Angeles. Y así fue bautizada, con Roberto Bustos Fenandez y Leonor Castelli como padrinos. |
Supetar en los años 70, la ultima vez que lo vio Cata ¡hvala lijepa Jerka!!
Jerka y Cata en Roma, Italia 15.10.1970 Hotel Sporting, Roma - habitación 367 Jozica y Cata en Roma |
Sonará extraña tanta discusión por el nombre, cuando desde siempre a Maria de los Angeles todos la conocen por "Pipi", porque cuando era chica decían que parecía un pajarito, y la llamaban imitando el ruido de los pajaritos... pipipipipi...
1º parte: El origen 2º parte: El viaje 3º parte: Los Hombres 4º parte: En Rio Grande 5º parte: Dos mujeres solas 6º parte: El trabajo, las viviendas... y algunas distracciones 7º parte: Los amigos |
8º parte: El Incendio de los Hospital y los últimos años de servicio 9º parte: La familia 10º parte: El regreso y el retorno 11º parte: Nona Cata 12º parte: Ciudadana Ilustre 13º parte: Los últimos años... 14º parte: El Homenaje |