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Cata y Chupi; Maria Cabezas de Romero con Perlita y Tito Romero;

Amanda Sanz y sus hijos, Luisa Sanz

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Chupi

La relación con Antonio no iba bien, y Catalina decide regresar a Ushuaia en 1945, con su hija, que aún recuerda el desembarco en el puerto de Ushuaia del precario lanchón que las había trasladado desde Río Grande. Al principio fueron a vivir en un cuartito en el hospital de Ushuaia, donde Catalina siguió con su labor de enfermera. Después volvieron a la casa de la familia Cabezas, y aunque Antonio estaba de nuevo en Ushuaia, la relación ya no se recompuso.

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Chupi

 

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Una foto cortada donde se ve a Chupi

¿quien estaría al lado?

Antonio solía llevar a su hija a ver los partidos de fútbol entre presos y guardiacarceles que se hacían en el presidio, y cuando Agustina estaba por comenzar la escuela primaria, uno de los reclusos le regaló una pluma tallada en hueso, un trabajo exquisito que se extravió desgraciadamente en alguna de las mudanzas posteriores.

 

Agustina empezó la escuela primaria en la legendaria escuela Nº1, que estaba sobre la calle Godoy (hoy San Martín). El director era don Pablo Imboden, sus maestros Porota Romero de Casals; la señora Piratti de González; Tomasina Bronzovich; Pedro Duarte; Perla Regazzoni; Laura Vera; Chicha Gavazzo; Juana Fadul en música y la señora Ceccato en labores; y de los compañeros recuerda a Marta Miranda, Tita Garea; Olaya Caimapo; Nela Soro; Eli Casals; Rubén Muñoz; Aldo González y Sara Cabrera; entre otros.

 

Cuando el presidio de Ushuaia cierra definitivamente sus puertas, Antonio Cabezas es trasladado a Buenos Aires, hecho que marca la separación definitiva de la pareja.

 

Alternando sus días entre el cuartito del hospital y la casa de los Cabezas – Romero, Agustina recuerda muchas anécdotas de travesuras junto a sus primos; en una ocasión en que los Romero habían salido, se metieron en el depósito de bebidas que estaba en el galpón junto a la casa, y tomaron tanto licor de huevo que cuando Catalina, que estaba de guardia en el hospital, cruzó a ver como estaban, los encontró totalmente borrachos y descompuestos.

 

Para los partidos de fútbol, solían ponerla en el arco, con lo cual recibía fuertes pelotazos que trataba de aguantar sin llorar con tal de seguir jugando con ellos.

 

Otra travesura la hacían utilizando un sistema que electrificaba las vidrieras del bar "Los Angelitos" que Don Felipe Romero tenía en sociedad con el señor Ramírez en la esquina de Godoy y la calle 10: “Poli” Speron, un muchacho que vivía en lo de los Romero desde que había fallecido su madre, se tomaba de la ventana electrificada. “Tito” Romero llamaba a “Chupi” y la tomaba de la mano… después agarraba también la mano de “Poli”, y entonces ella recibía la descarga eléctrica.

 

Otra anécdota graciosa ocurrió mientras esperaban el nacimiento del primo menor, Carlos Romero. El “Capitán Lukas” se había instalado en la cocina de la casa y les cantaba canciones para distraerlos mientras María de Romero hacía su trabajo de parto. Pero “Chupi”, “Tito” y “Poli” estaban muy intrigados, y buscaron la forma de escapar para poder espiar por la cerradura de la puerta del cuarto a ver cuando la cigüeña tiraba el bebe por la chimenea.

 

En el año 1948 “Chupi” y su primo “Tito” tomaron la primera comunión en la nueva iglesia de Ushuaia, recién inaugurada. Catalina había comprado el traje de su hija por catalogo de Gath & Chávez; pero como ese año los transportes se habían demorado, y no había rollos fotográficos en la ciudad, no quedó ningún recuerdo impreso de ese día.

 

1º parte: El origen

2º parte: El viaje

3º parte: Los Hombres

4º parte: En Rio Grande

5º parte: Dos mujeres solas

6º parte: El trabajo, las viviendas... y algunas distracciones

7º parte: Los amigos

8º parte: El Incendio de los Hospital y los últimos años de servicio

9º parte: La familia

10º parte: El regreso y el retorno

11º parte: Nona Cata

12º parte: Ciudadana Ilustre

13º parte: Los últimos años...

14º parte: El Homenaje

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